Por Yasmina Benelhaj-Soulami Olmos
Una hora, otra hora, después otra y otras cuantas horas más, así fue para ir y para volver pero finalmente llegamos, desayunamos y nos pasearon un poquito por el pueblo que estaba semidesierto de gente.
Fuimos al albergue, comimos, nos leyeron la cartilla con lo que podíamos y no podíamos hacer y después ¡cada mochuelo a su olivo!
También visitamos el Museo marítimo donde vimos peces dentados y desdentados, nos contaron muchas cosas sobre los peces que allí había pero seguro que nadie se acuerda de nada y nos pasearon en barco.
La visita a Santander fue muy productiva, aprovechamos todo el día viendo lugares nuevos y nos machacaron a andar. Entre visitas y caminatas fuimos niños buenos y cumplimos con las normas de lugar: poner y recoger las mesas y demás quehaceres cotidianos.
No sé si ellos para descansar de nosotros o nosotros de ellos pero algunas veces nos soltaban en la montaña en plena naturaleza para que brincáramos entre explicación y explicación sobre las aves, vegetación y clima de aquel precioso lugar. He de mencionar el profundo olor a estiércol que invadía el lugar.
La visita a Santander fue muy productiva, aprovechamos todo el día viendo lugares nuevos y nos machacaron a andar. Entre visitas y caminatas fuimos niños buenos y cumplimos con las normas de lugar: poner y recoger las mesas y demás quehaceres cotidianos.
No sé si ellos para descansar de nosotros o nosotros de ellos pero algunas veces nos soltaban en la montaña en plena naturaleza para que brincáramos entre explicación y explicación sobre las aves, vegetación y clima de aquel precioso lugar. He de mencionar el profundo olor a estiércol que invadía el lugar.
Uno de los días que estuvimos allí hicimos la presentación de los centros que participaban en el encuentro medioambiental, íbamos ataviados con ropas típicas, bailamos, nos divertimos, contamos chistes sin mucha gracia y a dormir todo el mundo que teníamos que madrugar.
Al día siguiente fuimos a las cuevas de Altamira donde nos explicaron el porqué y el significado de las pinturas que había en las paredes. Una de las cosas más agradables del viaje fue el buen tiempo y el calor que hacía.
Estuvimos en Santillana del Mar, hicimos una gymkana y fuimos de compras. La noche que teníamos que volver no dormimos, hicimos juegos, comimos, bailamos, lo pasamos muy bien y al final lloramos desconsoladamente. Lo que al principio habría empezado con tiranteces y miradas recelosas, acabó con besos, abrazos y amistades que esperamos que duren mucho tiempo porque les cogimos cariño en poco tiempo porque siempre recordaremos la frase de “ser maño es mucho, maña”. Tenemos que agradecer a nuestros profesores Alberto y Mohamed por aguantarnos y porque lo suyo con la cámara fue realmente una maratón y esperamos que haya una próxima vez en el instituto Miguel Catalán.
En referencia a anécdotas y cosas por el estilo, una compañera de clase, Narjis, el jueves, mientras caminábamos por las montañas, llegamos a un sitio donde había barro (en el que se limpian los animales, tipo jabalís y compañía); ella, sin ver el charco de barro, pasó por encima y se le hundieron los pies allí y al saltar para escapar se quedó descalza con las zapatillas enterradas en aquel barro hasta que Dora (una profesora de Zaragoza que da matemáticas) las cogió.
En fin, lo pasamos pipa. Una cosa… ¡hasta luego, Koh!
Al día siguiente fuimos a las cuevas de Altamira donde nos explicaron el porqué y el significado de las pinturas que había en las paredes. Una de las cosas más agradables del viaje fue el buen tiempo y el calor que hacía.
Estuvimos en Santillana del Mar, hicimos una gymkana y fuimos de compras. La noche que teníamos que volver no dormimos, hicimos juegos, comimos, bailamos, lo pasamos muy bien y al final lloramos desconsoladamente. Lo que al principio habría empezado con tiranteces y miradas recelosas, acabó con besos, abrazos y amistades que esperamos que duren mucho tiempo porque les cogimos cariño en poco tiempo porque siempre recordaremos la frase de “ser maño es mucho, maña”. Tenemos que agradecer a nuestros profesores Alberto y Mohamed por aguantarnos y porque lo suyo con la cámara fue realmente una maratón y esperamos que haya una próxima vez en el instituto Miguel Catalán.
“Teksheta”
para una maña.
Aparte de amores y desamores… ha habido mal entendidos. Pero lo más bonito e interesante fue la fiesta cultural.
Ellos, representaron su cultura zaragozana y nosotros la nuestra, la tetuaní.
Chicos y chicas de nuestro colegio nos pusimos nuestros vestidos tradicionales. Las chicas se pusieron “teksheta” bien peinadas y maquilladas y tacones. En cambio los chicos se pusieron “chilaba” y gorro tradicional… ¡todos muy guapos! Los compañeros zaragozanos se pusieron su traje tradicional “baturro”.
Todo marchaba bien… Bailamos, cantamos, constamos chistes, jugamos y reímos. Cuando se acerca una monitora llamada Dora. Era bajita y rellenita. Me pidió que le dejara mi vestido para que se lo pusiera. Yo, sufriendo, cedí. Se puso mis tacones pero el cinturón no se le quiso cerrar, así que se hizo al foto sin cinturón.
Al final me lo volví a poner con desgana ay me hice fotos con mis amigos, algunos muy especiales.
Ellos, representaron su cultura zaragozana y nosotros la nuestra, la tetuaní.
Chicos y chicas de nuestro colegio nos pusimos nuestros vestidos tradicionales. Las chicas se pusieron “teksheta” bien peinadas y maquilladas y tacones. En cambio los chicos se pusieron “chilaba” y gorro tradicional… ¡todos muy guapos! Los compañeros zaragozanos se pusieron su traje tradicional “baturro”.
Todo marchaba bien… Bailamos, cantamos, constamos chistes, jugamos y reímos. Cuando se acerca una monitora llamada Dora. Era bajita y rellenita. Me pidió que le dejara mi vestido para que se lo pusiera. Yo, sufriendo, cedí. Se puso mis tacones pero el cinturón no se le quiso cerrar, así que se hizo al foto sin cinturón.
Al final me lo volví a poner con desgana ay me hice fotos con mis amigos, algunos muy especiales.
Como
los jabalíes
Por Ilyass El Barhami
Lo hemos pasado superbién en Cantabria, fue un viaje fantástico. Tal vez a veces pasaron cosas trágicas como el esguince de Yasmine, pero conocimos a una gente buenísima y pasamos momentos inolvidables. ¡Y cuánto andamos! Diez kilómetros por cuestas el miércoles y el jueves unos cinco kilómetros más de cuestas. Todos salimos con agujetas de este viaje y aprendíamos a coger resistencia.En referencia a anécdotas y cosas por el estilo, una compañera de clase, Narjis, el jueves, mientras caminábamos por las montañas, llegamos a un sitio donde había barro (en el que se limpian los animales, tipo jabalís y compañía); ella, sin ver el charco de barro, pasó por encima y se le hundieron los pies allí y al saltar para escapar se quedó descalza con las zapatillas enterradas en aquel barro hasta que Dora (una profesora de Zaragoza que da matemáticas) las cogió.
En fin, lo pasamos pipa. Una cosa… ¡hasta luego, Koh!
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